miércoles, 6 de octubre de 2010

VESTIDOS CON HISTORIA...


¿Quién se atreve a decirme que una imagen no vale más
que mil palabras? Y es que hay algunas escenas míticas
del cine que no serían lo mismo si sus protagonistas no
hubiesen lucido perfectamente el modelo que marcaba
el guión. Podríamos empezar nombrando el vestido
negro entallado hasta los tobillos y en cuello barco
en el que Audrey Hepburn enamoraba a George Pepper
en Desayuno con diamantes. En este caso, los complementos
(guantes, boquilla larga para el cigarro, tiara de diamantes
con pulsera a juego) y el peinado también jugaron un papel
importante a la hora de crear un sello distintivo. Parecido a
este, aunque tal vez con un toque más de seducción, es el
ajustadísimo y contoneante vestido en el que bailó Rita
Hayworth en Gilda mientras desnudaba su brazo al son de
la música. Otro de mis vestidos favoritos es el blanco de
vuelo que pasó a la historia cuando Marylin trató de detener
su levantamiento sobre una corriente de aire. Y ya que
hablamos de vestidos sexys el de la imponente Jessica Rabbit,
rojo ajustado y con un gran escote. Parecido, a su vez también
al que poco tiempo después vestiría Julia Roberts para ir a
la opera con Richard Gere en Pretty Woman. La lista podría
seguir, y es que hay que tener en cuenta que muchas veces
dejamos huella (para mal o para bien) por lo que luzcamos
en determinadas ocasiones.

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